Manuel
Iglesias Rubio, un seronense en la recuperación del monte Gurugú (1921)
El mes de agosto solía
pasarlo con mis abuelos maternos en Los Gobernadores (Los Donatos). No recuerdo
qué edad tendría cuando escuché que mi abuelo Manuel había estado en Melilla,
en 1921, luchando por defender el Protectorado español en Marruecos.
Cuando empecé a ser
consciente de lo que ello suponía, le preguntaba y animaba para que me contara
detalles y experiencias vividas.
Tengo que decir que era muy difícil sacarle
palabra alguna. No obstante, algunos nombres y
comentarios he mantenido en mi memoria a lo largo del tiempo. Me hablaba del Monte Gurugú, del general Berenguer, del
hedor insoportable que desprendían los cuerpos
de soldados españoles muertos en Monte Arruit, de los piojos que le acompañaban siempre, de la perdida de
su acordeón, de la lesión de su rodilla por efectos de una granada, de los
silbidos de las balas por su cabeza, de la muerte de compañeros.
Lo que más
le gustaba repetir era el comentario que le escuchó decir a una mujer
melillense cuando bajaba del barco a su llegada al puerto de Melilla: “Muchacho, tú aunque estés una semana sin
comer no te pasa nada”, sin duda se
refería al aspecto de cara redonda y rellena que tenía.
Ha pasado mucho tiempo y ahora, después de caer en mis manos una foto suya, realizada en Algeciras (Cádiz), me he decidido a reconstruir los pasos de mi abuelo Manuel en Marruecos.
Empezaré diciendo que, a principios del siglo XX, la Conferencia de
Algeciras encargó a Francia y España el protectorado de Marruecos. A los
españoles les tocó pacificar la zona del Rif, una misión que resultó bastante
complicada porque las cabilas rifeñas, lideradas por Abd el-Krim, plantaron
cara a unos soldados españoles que eran, en su mayoría, reclutas forzosos, no
tenían apenas formación, estaban mal alimentados, mal armados y soportando
temperaturas extremas. Se produjeron encarnizados combates, sufriendo, el
ejercito español, distintas derrotas que culminarían con el desastre de Annual y Monte Arruit en
julio de 1921. Esta derrota obligó al repliegue de las tropas a Melilla, perdiendo el control
estratégico del monte Gurugú, desde dónde las tropas rifeñas bombardeaban permanentemente Melilla. El Monte Gurugú (890 m .) es el punto más
elevado de la península de Tres Forcas, en la costa norte de Marruecos y dónde
se halla la ciudad autónoma de Melilla.
A
primeros de agosto llega de la
Península un refuerzo de 25.000 hombres, entre ellos mi
abuelo Manuel. Había que tratar de reconquistar las zonas perdidas y para ello
el gobierno español aprobó un plan estratégico conocido como el plan del
general Berenguer (Alto Comisario español en el protectorado). El primer objetivo fue la recuperación del
Gurugú, hecho que se produjo el 10 de octubre de 1921. Con el éxito rotundo del
Desembarco de Alhucemas en 1925, el ejército español consiguió pacificar la
zona y restituir la autoridad española en el Protectorado.
Mi abuelo Manuel en Melilla
Manuel Iglesias
Rubio nace el 14 de julio de 1899, en Serón (Almería), concretamente en la cortijada de Los Gobernadores
perteneciente a las barriada de Los Donatos. Fue el mayor de ocho hermanos y
sus padres fueron: Francisco Iglesias Rubio, conocido como Frasquito "Gobernaor" y Virtudes Rubio. Toda su vida la pasó en Los
Gobernadores salvo sus dos salidas de soldado: una durante su periodo militar
en los años 1920-21-22, estando en Algeciras y Melilla y la otra en Almería, por
ser llamado a filas en los últimos meses de la guerra civil española. Recuerdo
haberle oído decir que cuando se supo del final de la guerra, se produjo
tal desconcierto en el campamento de Viator (Almería) que decidió,
junto a su hermano José, regresar a Serón. Lo hicieron andando y atravesando la
sierra de Los Filabres. Se casó con Remedios Membrive Martínez y tuvieron ocho
hijos que aún viven: Virtudes, María, José, Remedios, Manuel, Encarnación,
Ángeles y Rafael. Fallece a los 83 años de edad en Los Gobernadores y está
enterrado en el cementerio de Serón.
La familia Iglesias-Membrive sobre 1950 |
Al abuelo
Manuel lo hicieron soldado a los veinte años, porque tenía veinte años; lo
destinaron al regimiento de infantería “Extremadura” número 15, con base en
Algeciras y de allí a Melilla a luchar para defender el Protectorado español en
Marruecos. Llegó a Melilla el 9 de agosto de 1921, en el vapor “Marqués del
Campo”. La misión de su regimiento fue la de proteger convoyes a la posición de
Tizza y Sidi Amarán. El 10 de octubre de 1921 asiste a la ocupación del Gurugú.
El 14 intervino en la ocupación de Zeluán y el 24 en la ocupación de Monte
Arruit. Al llegar vieron un escenario dantesco. Los cadáveres de soldados
españoles se encontraban desperdigados por toda la posición y en su mayor parte
se encontraban tremendamente mutilados. El hedor era insoportable por el
estado de descomposición de cuerpos insepultos. Su misión: recoger los cuerpos.
Casi todos los muertos descansan en el cementerio de Melilla.
Regresa a
la península el 10 de mayo de 1922. En el barco tira su guerrera de piojos al
mar y por ello es castigado.
Como
describe Arturo Barea en la “Forja de un rebelde”, los soldados
españoles en África se hacían la misma pregunta: ¿Qué hacemos aquí? No podían entender por qué los habían
mandado a civilizar a una gente que no quería ser civilizada. "¿Civilizarlos?
Nosotros que casi no sabemos leer ni escribir, nuestros pueblos no tienen
escuelas, dormimos con la ropa puesta, en un camastro, al lado de las mulas,
para estar calientes y nos vamos a trabajar los campos de sol a
sol".
Florencio Castaño Iglesias
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